Beautiful Words (ReiGisa)

(TERMINADO: 2015) One shot.

-¡Apresúrate, Rei-chan! -el rubio corría a algunos metros de distancia de él, llevándole ventaja -¡Vamos!

La primavera había llegado a Iwatobi desde hacía bastante, y en el aire se notaba. El frío ya casi ni se sentía, y las tardes estaban acompañadas por cálidas brisas que sacudían a las débiles ramas, que tras una época dura, hacían nacer pequeños brotes nuevamente. Eso es admirable de la primavera, ver como renace todo, en estos meses la vida está floreciendo frente a nuestros ojos, aunque nosotros estamos siempre tan ocupados, que no nos fijamos en la belleza que la naturaleza posee. O al menos es pensaba Rei, mientras Nagisa le gritaba; ya que él sí se preocupaba y admiraba por las cosas hermosas de la vida.

Nagisa había sido así desde que se conocían, siempre tan alegre e... insufrible, en ocasiones. En realidad, en la mayoría de las ocasiones era así. El rubio tenía una personalidad demasiado despampanante para Rei, que siempre se había caracterizado por su imperturbable clama y seriedad. Este chico había sacudido su mundo en cuanto se encontraron en el tren aquel día; y tenía que agradecerle mucho, la verdad. Gracias a Nagisa, había entrado al club de natación, que aunque no era algo a lo que estuviera acostumbrado, lo hizo muy feliz; y aún más contento lo ponía el compartir aquellos momentos con los demás. Eran un equipo, eran amigos, y eso era lo que Rei había estado queriendo inconscientemente durante mucho tiempo.

Sin embargo, a pesar de ser tan diferentes... por alguna razón a Rei le gustaba Nagisa. Él nunca había pensando en nadie como pensaba en él. Lo más lógico era que estaba enamorado de Nagisa, aunque de este sentimiento él no estaba del todo seguro, ya que nunca en su vida antes lo había experimentado. Sin embargo, tras informarse sobre el tema, llegó a esa conclusión. O por lo menos eso era lo que creía, no había mucho material realmente serio para estudiar sobre el tema. Pero si de algo estaba seguro, es que aunque Nagisa fuera irritante, le gustaba lo molesto y gritón que podía llegar a ser; le encantaba ese espíritu de niño que aún conservaba. A él le hubiese gustado ser un poco más como el rubio.

-¡Nagisa-kun, no tires tan fuerte de mi manga! ¡La deformarás!

-¡Si tan solo te apresuraras más no lo haría! -el menor infló las mejillas, frunciendo el ceño, mientras continuaba tirando de él.

Tropezando, Rei llegó, arrastrado por Nagisa. Ambos se habían juntado para ver a los árboles de cerezo florecer, un espectáculo muy tradicional en Japón. Una de los espectáculos que poseían más belleza, con aquellas hermosas flores rosadas desplegando sus suaves pétalos. Algunos caían lentamente, danzando con el viento, y cayendo sobre las cabezas de los espectadores. Ambos jóvenes estaban rodeados de personas, un ambiente pacífico y tranquilo reinaba allí. El de cabellera azulada sacó una cámara, decidido a capturar aquel momento.

Él intentaba enfocar un gran cerezo, que parecía tener muchos años, era el que más había florecido. Sus ramas se retorcían hacia el cielo, como acariciándolo, y las flores eran tan abundantes que chocaban con las cabezas de los transeúntes. Algunos niños que jugaban por el lugar arrancaban algunas flores y jugaban con ellas, mientras correteaban lejos de sus padres, y se oía como éstos los llamaban. El cielo estaba despejado, sólo unas pequeñas nubes blancas lo cubrían apenas, y la brisa suave y cálida traía el aroma del océano. Era un ambiente perfecto para tomar una foto, una foto digna de imprimir y enmarcar. Rei subió la cámara, la enfocó bien, y cuando obtuvo el plano perfecto...

-¡Reeeeei-chan!

El rubio se arrojó encima de él, haciendo resbalar la valiosa cámara profesional de sus manos, la cual fue recuperada prácticamente en el aire. Suspiró con desdén, al ver como la foto perfecta había sido arruinada por su acompañante. Llegó a tomarse, pero completamente fuera de foco, por lo cual en ella sólo se veía una gran mancha rosa y celeste.

-¿Qué es lo que pasa? -preguntó, con notable molestia en su voz. Nagisa, con aires de ofendido, lo soltó en el momento, quejándose.

-Mako-chan y Haru-chan ya están aquí -anunció, haciéndose a un lado, mostrando a los otros dos jóvenes detrás de él.

Rei había creído que aquella salida era sólo para los dos. Aunque viniendo de Nagisa debía esperar cualquier cosa, él pensaba que esa salida sería su oportunidad. Quería decirle... que lo apreciaba. No que le gustaba exactamente, porque sería demasiado vergonzoso, y su rostro avergonzado no era para nada hermoso. Y había pensado que allí se le podía dar la oportunidad. Ahora que lo pensaba, aquellos dos, Makoto y Haruka, eran pareja. O algo así, ellos mismos lo habían dicho hacía un par de meses. Por supuesto fueron aceptados completamente por todos los miembros del club, de echo Rei ni siquiera había pensado en ello hasta que los vio tomados de la mano el día del hanami. Makoto se veía muy feliz, apretando fuerte la mano de Haru, el cual sólo miraba a la nada con su misma cara de siempre.

Mientras caminaban bajo los bellos árboles, y tomaba fotos de todo, Rei pensó en cómo sería si algún día Nagisa y él se tomaran de las manos. ¡De seguro las manos de él serían súper suaves! O al menos eso se imaginaba. Entonces, justamente mientras pensaba en eso, el rubio intentó arrebatarle la cámara de las manos, haciéndolo estremecer.

-¡N-Nagisa-kun! -exclamó este, sonrojándose levemente. Al parecer esto le dio gracia al menor, que no desistió de quitarle la cámara y avergonzarlo, riéndose escandalosamente.

-¿Puedo tomarte una foto, Rei? -preguntó, cuando ya por fin la cámara se encontraba en sus manos. El mayor se extrañó un poco, acomodándose el suéter que llevaba puesto, para luego sonreírle con calidez y asentir.

Nagisa había resultado ser un buen fotógrafo. Fotografió a Rei sonriéndole, con algunos pétalos rosa en sus hombros y cabello, y luego a Makoto y Haruka, ambos con una pequeña rama florecida en sus manos. Y así, él terminó encargándose de todas las fotografías durante la tarde, las cuales fueron abundantes, hasta que se agotaron las baterías.

-¿Qué les parece que comamos algo? -preguntó el castaño, cuando se toparon con un puesto que vendía crepes.

-¡Crepes! Yo quiero uno, Makoto -a el rubio se le iluminaron los ojos de inmediato, provocando un pequeño sonrojo en Rei, que no le quitaba los ojos de encima, con ternura.

-Está bien. ¿Y que hay de ti, Haru?

-Dile que al mío le pongan caballa -respondió el moreno. Su orden no pudo ser cumplida, pero sin embargo, todos terminaron con crepes en sus manos, con abundante crema sobresaliendo, y fresas frescas escapándose por los bordes.

Cuando la tarde empezó a caer, y las nubes empezaron a tornarse rosas como las flores de cerezo, las personas lentamente comenzaron a disminuir. El aire ahora se sentía más fresco, pero no hacía nada de frío. Makoto tenía que llegar temprano a su casa, ya que debía cuidar de sus hermanos, y fue seguido por Haru. Ambos se fueron alrededor de las seis, dejando a Rei y Nagisa caminando solos, rumbo a la playa por petición del último.

Algunas personas parecían dirigirse al mismo lugar, pero casi todas terminaron desviándose para comer en algún lugar. La playa estaba hermosa, con el mar rugiendo suavemente, haciendo brillar en él los últimos momentos del sol. Los chicos se sentaron en la arena, así sin más, acostumbrados ya a el arena en todas partes.

-Que bien se está aquí -dijo el rubio, dejándose caer hacia atrás.

-Me ha gustado mucho el hanami. Todos los años fui solo, o con mis padres, esta fue la primera vez que fui con mis amigos.

Nagisa le sonrió, levantándose y pasando un brazo por encima de sus hombros.

-Pues, de ahora en adelante iremos todos juntos cada año.

-Ah, no sé si eso será posible. Sería descortés obligar a Makoto-senpai y Haruka-senpai a venir sabiendo que ellos son pareja... es decir, es un evento romántico para los enamorados también.

-Hm, pues sí -se rascó la nuca levemente, para dirigir luego su mirada al mar -. Entonces iremos nosotros. Todos los años, aunque ellos o Rin no puedan venir, iremos nosotros dos juntos.

Rei sintió el calor subir por sus mejillas al escuchar eso. Sabía que no podía, que no debía ponerse así, pero aquellas palabras significaban mucho para él. Lo hacían sentir importante, importante para Nagisa.

-¿Lo prometes, Rei-chan? -extendió su meñique.

-Lo prometo -enganchó su meñique con el de él, sellando la promesa. Era algo infantil, pero de niño casi nunca lo había hecho. Y hacer esa promesa con el rubio lo hacía feliz, le hacía sentirse como niño en parte. Y eso le gustaba de él, que lo hacía sentirse feliz como un niño.

-¡Así que ya sabes, no puedes decir que no quieres ir nunca más, o tendré que romperte el meñique!

-Nagisa, no me asustes.

Continuaron hablando de nada durante un rato, hasta que el sol se escondió por completo, borrando sus luces del agua. La gente que había estado en la costa comenzó a irse, y las luces del alumbrado público comenzaron a encenderse de a poco. Serían como las ocho, o algo así, y era tiempo de partir por la marea que subía durante la noche, sólo por precaución.

Pero entonces, cuando el rubio se puso de pie para irse, a Rei se le aceleró el corazón. No podía callarlo más, pensó. Ya era suficiente. Quería decirle para que sepa que también lo apreciaba, que deseaba mucho pasar así siempre con él, y no separarse. Le gustaba, le gustaba mucho, pero decirlo así sería demasiado, así que algo tenía que hacer.

-Espera. Tengo que hablarte de algo.

-¿Algo? -preguntó el rubio, agachándose. Por un momento, al peliazul le pareció ver un destello en aquellos ojos carmesí. Un destello que no había visto en él antes, pero pensó que por los nervios tal vez sus ojos le estaban engañando.

-Verás... -el sonrojo comenzó a invadir sus mejillas, ¡maldición, eso no era nada hermoso! Pero al menos la oscuridad tal vez le estaba ayudando. Nagisa se sentó a su lado, mirándolo, expectante de alguna forma -no es fácil para mí decir esto, no quiero que lo consideres una falta de respeto.

-No creo que tú seas capaz de faltar el respeto a alguien -le contestó, entre risas. Tomó aire, y se lo dijo de una vez.

-Te aprecio mucho, Nagisa. Eres la primera persona a la que aprecio de esta manera, valoro mucho todo lo que me has enseñado en el club, y también el haberme presentado a los demás. Eres muy amable. Aunque a veces seas un poco irritante, sigo apreciándote mucho.

Los ojos de Nagisa se oscurecieron un poco cuando su rostro se tornó triste por un segundo, antes de sonreírle ampliamente y golpearlo suave en el hombro, riéndose. No dijo nada, y se puso de pie, comenzando a alejarse.

"¿Qué fue lo que hice?". Rei no comprendía que era lo que había pasado en ese momento, el haber visto desaparecer el brillo en sus ojos de esa manera... algo estaba mal. Tal vez Nagisa no lo apreciaba, y con lo que le había dicho se sintió presionado. No sabía que hacer, sólo se quedó estupefacto, viendo como aquel chico que le gustaba, de alguna u otra manera, se alejaba lentamente. Lo llamó, pero él ni siquiera pareció oírlo. Lo llamó de nuevo, hasta levantarse y trotar hacia él, tirando de su camisa para llamarle la atención.

-¡Lo siento, Nagisa! -se disculpó, agachando la cabeza -No sé que fue lo que hice para que te vayas así, pero... lo siento. Si no me aprecias, está bien.

Rei sintió como algo estrujaba su corazón. Sintió aquella fea sensación de que uno está a punto de comenzar a llorar con fuerza, ese nudo en la garganta.

-Incluso está bien si no quieres volver a ir al hanami conmigo. Entiendo si sólo lo dijiste para ser amable, porque de verdad lo eres -el menor no decía una palabra, aún mantenía la mirada baja -; si quieres sólo seremos compañeros del club, ¿sí?

No le respondió. Incluso cuando le dijo todo aquello para disculparse, incluso cuando había hecho su mayor esfuerzo para hacerle llegar sus confusos sentimientos, por primera vez, Nagisa no se expresaba en absoluto. Rei se apartó lentamente, y comenzó a alejarse, a caminar en dirección opuesta. Ya iba a comenzar a llorar, lo sabía, y odiaba eso. Pero sentía que no lo podía evitar en ese momento. Tal vez se había equivocado al pensar que algún día tomaría su mano. Tal vez ni siquiera se debería haber fijado en un chico nunca, y menos en Nagisa Hazuki.

-Rei... -escuchó que lo llamaba, pero no se detuvo. No quería oír lo molesto que estaba, quería sólo irse a casa. Quería irse, hasta que sintió que algo lo tomaba por la manga del suéter.

-Rei, no estoy molesto. Es sólo... que esperaba otra cosa. Yo no siento lo mismo por ti.

-No importa -respondió, intentando no mirarlo. No quería mirar porque sabía que las lágrimas estaban acumulándose, y quería concentrarse en evitar que salgan. Nagisa suspiró, y tiró más de su manga.

-Yo... no te aprecio -sabía que diría eso, por eso se quería ir. Ya basta, sólo se quería ir a casa... - Tú me gustas.

-¿Q...qué?

-Me gustas, y no es como si me gustaras sólo como persona. Me gustas, como pareja. Pensé muchas veces en decírtelo, pero es que no se me daba la oportunidad, y además -soltó un suspiro largo, algo pesado y triste -pensé que me considerabas sólo un niño molesto. Sé que me aprecias, y te lo agradezco de verdad; y sé que si no sientes lo mismo que yo te debes sentir muy raro, y debes querer irte a casa ahora mismo.

>>Sólo espera un poco. No importa si no te gusto, pero déjame seguir a tu lado. Con lo que dijiste, sentí que yo era importante para ti, y eso me hace sentirme muy feliz... no quiero que esa felicidad se vaya. Por eso quiero ir todos los años al hanami contigo, a todos lados me gustaría ir contigo. Porque te quiero -su mirada se tornaba cada vez más tierna, sonriéndole leve -y no quiero que por esto dejemos de ser amigos, Rei-chan. Sólo no olvides que te quiero.

Entonces, depositó un suave beso en sus labios. Rei sintió como un pequeño choque eléctrico, haciendo que el ardor en sus mejillas volviera. El roce fue demasiado leve, y duró apenas segundos, cuando el rubio se apartó, y volteó, pero esta vez, fue Rei quien tiró de él.

-Sí te quiero, Nagisa. Te quiero mucho -fue lo único que alcanzó a decir, y fue suficiente, al ver como los hermosos ojos de Nagisa brillaron nuevamente al lazarse a él para abrazarlo. Por fin, Rei se tranquilizó, y se dejó abrazar, correspondiéndole también. Algunas lágrimas salieron, empañándole las gafas, y apretando al menor contra sí.

-Tus palabras fueron lo más hermoso que me dijeron en la vida, Nagisa-kun...

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